por: Dámaris Ortiz
Una experiencia que debe ser vivida dos veces. Oh
bueno! ese fue mi caso en particular, la primera vez que aplique a la
realidad este producto sonoro denominado como radio deriva, lo hice
en un lugar muy conocido en la ciudad de Pereira, habló de la Villa o la zona
de manejo de principiantes ubicada entre el Estadio Hernan Ramírez y el
Velódromo de Pereira, sitio que cuenta a diario con la visita de nuevos
exploradores en la práctica de manejo de vehículos como motos y carros
particulares.
Inicialmente, opté por comenzar esta nueva aventura
a un lado de las canchas de baloncesto que cuenta con algunas zonas
verdes, en el lugar se podía apreciar a un par de personas las cuales se encontraban aprendiendo a conducir. Caminé, pensé y reflexione un poco e
hice todo lo que se me pidió hasta el punto que debía caminar descalza y me fui
sintiendo incomoda, fuera de mi estado de confort por lo cual decidí abandonar el
ejercicio en este punto.
Al llegar a mi casa quise empezar a escribir que
podía describir de mi experiencia, luego llegaron a mi mente algunas cosas
increíbles que podría redactar, pero, bueno siempre hay un pero y éste estaba
relacionado directamente con mi honestidad, con la consciencia ese lugar donde
te cuestionas qué es o no es correcto, por lo cual dejé de un lado esos
pensamientos, cambie mi ropa por una muy cómoda, luego empaque algunos colores, marcadores y las hojas de papel. Dirigí mi cuerpo, pensamiento y bolso al único parque que hay
por mi casa y que suelo ver a través de la ventana de la cocina. Cuando llegué procedí a colocarme los audífonos y a escuchar a través del celular nuevamente
la radio deriva, cuando comencé a observar el lugar me di cuenta que solo
se encontraban niños entre los siete y doce años, jugando con unos
carros de color: rojo, azul y amarillo. Luego caminé, reflexione, me conecte con
el lugar y la verdad me sentí muy bien allí, luego recordé mi última
experiencia en un parque lo que había sido hace menos de dos horas, al
tratar de pensar en la infancia solo recordé estar sentada en unas escaleras
comiendo lo que por aquella época me gustaba más y lo cual reservo. Quien captó mi atención fue el niño más pequeño, vestía una bermuda azul y una camisa
verde con el estampado del dibujo Ben diez, fue muy fácil acercarme a ellos,
los salude, el pequeño fue el único que no respondió a mi saludo, los otros dos
niños me preguntaron sobre que estaba escuchando y les dije que era un
experimento ¿Y qué es un experimento?, preguntó uno de ellos, les dije que era
una aventura nueva de la cual se sacaba siempre una enseñanza. Les pregunte a
todos si eran felices, casi todos de inmediato dijeron que sí, al pequeño
le pregunte porqué era feliz, él contestó que era feliz porque podía ir al
parque y jugar con los amiguitos, además de tener una mamá que lo quería mucho.
Al alejarme de allí ellos siguieron jugando, me ubiqué en la sombra y continué con
el ejercicio, traje a memoria quién soy y hasta dónde quiero llegar,
me regalé ese tiempo para reflexionar, al comenzar a dar vueltas sentía un poco
de pena, pero al concentrarme seguí. Abracé una palmera que se encontraba
cerca y traje nuevamente a memoria el recuerdo de mi infancia. Caminé los
cincuenta pasos, que me dejaron casi a la salida del parque, después me ubiqué nuevamente en la sombra desde donde partí este recorrido y procedí a sacar del
bolso los colores y la hoja. Luego llegue a mi casa con el dibujo que realicé en el cual plasmo con colores los lugares donde realice los ejercicios y estuve conectada con el entorno. Llegue a mi casa, tomé una siesta que duró cuatro horas y procedí a relatar esta enriquecedora experiencia, aunque al inicio pensé que era una tontería, me dí cuenta que al hacerlo pude salirme de esa cotidianidad en la que nos sumergimos a diario.
A continuación pueden apreciar mi "obra de arte".
Parque.
Zona donde se encontraban los niños.
Lugar donde dibujé y reflexione.
Sitio para girar y mirar al cielo.
Terminar los 50 pasos.